Otro hombre falleció al instante, también en Santa Rosa y también electrocutado, luego de recibir la descarga directa de cables de alta tensión. Era un joven de 25 años que manipulaba una máquina tipo grúa con la que transportaba postes de tendido eléctrico y accidentalmente tomó contacto con los cables.
En Corrientes, un señor de 62 años, trabajador de la Dirección General de Energía de la provincia, realizaba tareas propias del tendido eléctrico por un cable cortado en la zona rural de Goya cuando recibió una fuerte descarga eléctrica y falleció a los pocos segundos.
En Concordia (Entre Ríos), ruta 22, otra persona recibió una descarga de más de 13.000 V y cayó más de trece metros cuando trabajaba en la reposición de líneas de alta tensión como empleado de Sei Montajes.
En Mar del Plata (Buenos Aires), un señor trabajaba en el techo de una iglesia evangélica y de repente recibió una descarga eléctrica que terminó con su vida.
En el barrio de Palermo (ciudad de Buenos Aires), dentro de una cámara transformadora subterránea de Edenor, dos hombres realizaban tareas de impermeabilización dentro de un plan de obras de aislación hidráulica. Estaban pintando las paredes cuando de repente uno de ellos recibió una descarga directa de alta tensión. Se generó una explosión: uno de los hombres logró escapar rápidamente, el otro, no.
Los arriba citados son solo algunos de los casos notificados en los diarios que relatan en pocos renglones el fallecimiento sorpresivo de alguien por electrocución. No son casos aislados ni concentrados en una zona en particular. Desde hace ya muchos años que periódicamente aparece la noticia de que alguien (chiquito, grande o anciana) recibe una descarga eléctrica y fallece al instante.
En los hechos relatados, sin embargo, hay algo en común: no se trata de inexpertos “jugando con fuego”, ni de accidentes domésticos, sino de operarios eléctricos haciendo su trabajo cotidiano; gente acostumbrada a trabajar en cuestiones eléctricas que recibe una descarga fatal.
Es claro que la electricidad es un bien preciado, esencial para la vida moderna. Asimismo, no debe perderse de vista que es peligrosa y que un error de manipulación puede significar la vida de una persona. Para que haya electricidad en un hogar, un comercio o una industria, es necesario que la energía pase por varias etapas desde su generación, hasta su distribución y consumo. El proceso implica operaciones tan necesarias como mortales, debido a lo cual se establece una normativa exigente que busca reducir a cero el riesgo de electrocución y asegurar energía de calidad.
La normativa debe atender todos los aspectos: desde la ropa que deben utilizar las personas, hasta las maniobras correspondientes o los procedimientos de trabajo adecuados; desde las características que debe tener el producto que se utiliza, hasta las formas de instalación; etc. Asimismo, las leyes, decretos, recomendaciones y normas deben ser acompañadas por una fuerte tarea de capacitación y concientización acerca de la importancia del cumplimiento de la normativa y del peligro que implica su desatención. El incumplimiento debe ser detectado y castigado rápidamente por las mismas entidades encargadas de revisar que se cumplan todos los protocolos.
Todo lo dicho es sabido, sin embargo, siguen los diarios trayendo noticias acerca de que alguien falleció electrocutado. Y no hay que culpar al mensajero, hay que revisar qué proceso falló de todo lo dicho más arriba y tomar las acciones necesarias para que no vuelva a suceder.
Diarios La Arena, 3/9/18; El Litoral, 27/2/14, 2/9/15 y 3/4/19; Bragado Informa, 24/2/16;
El Entre Ríos, 17/8/18;
La Capital, 8/12/18;
La Nación, 5/6/14