La improvisación como estrategia de continuidad

En una situación extrema como la actual, debemos abrazar medidas extremas. La frase, tan manida como sencilla de entender, se encuentra con una serie de difíciles obstáculos a batir en su aplicación al mundo empresarial.

 

En medio de una pandemia, hemos aterrizado de improviso en un escenario disruptivo con un impacto sin precedentes sobre la continuidad de los procesos de negocio de las organizaciones; un escenario que está poniendo a prueba a aquellas que, con recursos suficientes para permitírselo, hayan hecho los deberes.

Solo las entidades que hayan considerado la continuidad de negocio como un proceso más, y por tanto sigan las buenas prácticas establecidas en la norma ISO 22301 – Sistema de Gestión de la Continuidad del Negocio o incluso que estén certificadas de la misma, están hoy en condiciones de afrontar esta crisis aplicando medidas extremas analizadas, definidas y probadas previamente.

¿Cuál es ese proceso? En cada caso, el que dicte el plan de contingencia establecido asociado al escenario de indisponibilidad de acceso a la sede corporativa. 

Como procedimiento habitual, en primer lugar y como consecuencia de una buena definición previa de los roles y responsabilidades, se reunirá comité de crisis para activar el Plan de Contingencia apropiado. A continuación, se decidirá el equipo de trabajo implicado en esta actuación, así como la posterior activación del plan de comunicación interno y externo previamente establecido. Una vez implicadas todas las partes interesadas, el objetivo primordial será velar por la salud de las personas. A partir de este momento, se seguirá la estrategia definida para poder cumplir con los acuerdos de servicios requeridos por los clientes. 

Evidentemente, esta no es la realidad que está experimentando la mayoría de las organizaciones. De hecho, el último informe realizado por Gartner indica que solo el 12% de las 1.500 empresas encuestadas están preparadas para afrontar esta crisis. 

Las situaciones reales más comunes en el escenario actual son:

1. Organizaciones que disponen de un Plan de Continuidad de Negocio pero no han realizado simulacros sobre este escenario por motivos variopintos y están improvisando de la mejor forma posible.

2. Empresas que no disponen de un Plan de Continuidad de Negocio y por tanto se encuentran ante una situación sin previo análisis y donde cualquier decisión que se tome se realizará bajo la improvisación, con la mejor de las intenciones pero sin ningún tipo de certeza de que puede ser efectiva.

 

En función de la tesitura en la que se encuentre cada empresa, el perjuicio económico y reputacional será menor o mayor. Ahora mismo, considero que no es el momento de sacar a relucir las bondades de definir, implementar y mantener un Sistema de Gestión de Continuidad de Negocio; en estos momentos, con tan solo revisar el estado actual de los índices bursátiles mundiales, queda claro que las prioridades son otras. 

 

 

Fuente: IT DigitalMediaGroup

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