Diego Maceri, CV Control y presidente de AADECA |
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Todo comenzó en el año 2007. Varios años de vida sedentaria y sobrepeso causaron que algunos parámetros de laboratorio estuvieran “fuera de especificaciones”, lo que me obligó a hacer algunas correcciones en mi modo de vida. A través de una dieta adecuada logré alcanzar un peso ideal, y si bien toda mi vida había practicado diversos deportes, volver a hacerlo con dos decenas de kilos menos era un lujo que hacía tiempo no experimentaba. En esa época corría unos cuarenta minutos por los lagos de Palermo, únicamente los domingos a la mañana, y cuyo único fin era el café con medialunas en la confitería del lago. Pero un día, alguien comentó lo lindo que sería correr la mítica Maratón de Nueva York. Esa idea quedó rondando en mi cabeza durante varios meses. En marzo de 2008 me contacté con un running team y así comenzaron mis rutinas de entrenamiento metódico varias veces por semana. Participé de algunas carreras de diez kilómetros, terminé la primera media maratón (21 km) en septiembre de 2008, y corrí varias otras en 2009. En 2010, participé de una media maratón en Río de Janeiro, y el 10 de octubre de ese mismo año, en Buenos Aires terminé mis primeros 42,195 kilómetros... 10/10/10, ¡una fecha bastante simétrica! Y además, al llegar a la meta, mi reloj marcaba 4:00:00 h exactamente, lo que alentó a mis compañeros a justificar el mito de que los ingenieros somos seres muy estructurados. Luego de ese gran desafío, y cuando el running ya era parte de mi rutina diaria, me inscribí todos los años en el sorteo de cupos para sudamericanos para la mítica Maratón de Nueva York (menos del ocho por ciento de probabilidades). En abril del año 2013, sin esperarlo, llegó a mi casilla de mail el “Congratulations. You are in!!!” del Club de Corredores de Nueva York. Y en noviembre de ese mismo año, luego de seis meses de duro entrenamiento, logré cruzar la meta en el Central Park, tras correr por los cinco distritos de la Gran Manzana: largada desde Staten Island, y luego hacia Brooklyn, Queens y Bronx, hasta ingresar a Manhattan por el norte. Todo el recorrido fue seguido por miles y miles de personas que salen a las calles ese día para alentar a los más de 55.000 atletas de todas las nacionalidades, donde en la misma pista se encuentran keniatas campeones mundiales con mortales amateurs, como quien escribe, que ese día estábamos cumpliendo un sueño. Sueño que, en mi caso, había comenzado seis años antes con un café y una medialuna en la mano. |
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