Hace un año y medio que el ‘Padre de la Robótica’ nos ha dejado, un 1 de diciembre de 2015, en su ciudad Danbury (Connecticut, Estados Unidos) a los noventa años y tras cuatro de la muerte de su socio, George Devol, con quien en 1956 fundara la primera fábrica de robots industriales del mundo, Unimation (Universal Automation), y en 1961 colocara cuatrocientos ochenta y cinco (485) robots en la planta madre de General Motors, en Detroit, hecho que quedó instaurado como la primera incursión en robótica de la industria automotriz. Joseph, descendiente de alemanes, trabajó durante la Segunda Guerra Mundial en el proyecto de la Bomba Atómica, antes de graduarse en Física y obtener el título de Ingeniero Electricista en la Universidad de Columbia, en el año 1949. En el año 1968, Joseph visito Japón, y firmó acuerdos con la firma Kawasaki para construir robots. En 1973 apareció el primer robot en Europa, completamente eléctrico. En 1978 fabricó el primer robot PUMA (Programmable Universal Machine for Asembly). Ya se dijo que en 1961 colocó robots en General Motors, poco después, Ford y Chrysler la imitaron. Para saber cuánto incide el I+D+i en un desarrollo de esta magnitud, el primer robot que se fabricó tuvo un costo de cinco millones de dólares (US$ 5.000.000), y pasó a ser una inversión rentable recién en 1975, año de mayor esplendor de la industria automotriz en el mundo, cuando se incorporó gran cantidad de robots para las líneas de ensamblado de carrocerías mediante soldadura por puntos, y para el pintado de los automóviles. Los japoneses le deben a Joseph y a George haber logrado el famoso “milagro japonés”, ya que la primera expansión japonesa comenzó en el año 1960, coincidiendo con el lanzamiento de los primeros robots industriales. Tal es así que, en Japón, en el año 1997, le dieron el premio al Avance de la Ciencia y la Tecnología. Tras vender Unimation a Westinghouse, levantó una fábrica de robots asistentes, o sea, robótica humanitaria/sanidad, creando la firma Help Mate. Son robots que pueden servir la comida de los pacientes, vacunar a los chicos, dar medicinas, realizar informes médicos, etc., que se emplean en muchos hospitales de Estados Unidos, ya que Joseph no los vendía, sino que los alquilaba. También eran muy efectivos para el cuidado de ancianos y personas discapacitadas. Joseph Engelberger también fue clave en el surgimiento de la RIA (Asociación de Industrias Robóticas, por sus siglas en inglés), que nuclea a todos los fabricantes del mundo de robots. Con su adiós, se ha marchado una de las mentes más brillante e importantes de los últimos tiempos; quizá no es tan conocido por la sociedad, pero ha sido uno de los mil creadores más importantes del siglo XX. Yo me siento un privilegiado, por haber sido su discípulo y, con mis casi setenta y dos (72) años, continuar su labor en Lationoamérica con discípulos como mi gran amigo, el ingeniero Alan Sejas, de la Dirección de Posgrado de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Mayor de San Simón (Cochabamba, Bolivia). Ya ha sido un privilegio que Joseph Engelberger prologara mi libro Automatización industrial: robótica y sus aplicaciones, editado por Editores SRL, en noviembre del año 2000. Gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino, lo que me hace sentir muy orgulloso de seguir su obra en el tiempo. Dios lo tenga en el lugar de los privilegiados, y seguramente que donde esté, me sigue y seguirá cuidando, apoyando y alentando. Lo siento así. |