Bordes de luz curvados que trazan las formas de la carrocería aerodinámica lacada en azul celeste, piezas cromadas pulidas y relucientes, que resplandecen relucientes. ¿Puede un automóvil ser arte? Esta pregunta se responde a sí misma teniendo en cuenta estas rarezas automovilísticas, como el Citroën DS «Le Croisette» de 1958. En Grand Basel, en Basilea (Suiza) un nuevo salón para automóviles clásicos y exclusivos, se pudo contemplar, junto a este descapotable, otras muchas maravillas.
A quien no le baste solo con la estética, le convencerá el hecho de que la «Déesse», con su sistema central hidráulico de amortiguación, dirección y frenado, hizo historia de la tecnología y justifica la relevancia de esta pieza. Los automóviles clásicos son símbolos de progreso y objetos de deseo que representan siempre el espíritu de la época en que se construyeron, debido a su limitada disponibilidad gozan, desde hace tiempo, de un status singular tanto como pieza de colección, como de inversión financiera. Visto así, parece razonable que la sociedad ferial suiza MCH Group, organizadora de la Art Basel, principal feria de arte a escala internacional, dedique su nuevo evento a este tema. ¿Quién, si no, podría recurrir a semejante experiencia con piezas de exposición tan preciosas y valiosas y, al mismo tiempo, disponer de un público exquisito y adecuado?
Una iluminación homogénea como marco estético
Conforme a esta filosofía, el concepto de la Grand Basel, que celebró su primicia entre el 6 y el 9 de septiembre de 2018, se fundamenta en una rigurosa selección. Se muestran unos cien automóviles; en los “marcos” que componen la arquitectura de la exposición, nunca se exponen más de dos o tres vehículos de un mismo comerciante o coleccionista. Se trata de plataformas blanquísimas, a modo de marcos cerrados por arriba con un techo tensado opaco, que parece formar una caja. Esta presentación homogénea abarca la puesta en escena de las piezas expuestas a través de la luz.
Los parámetros técnicos de la calidad de la iluminación se definieron desde la primera fase del proceso de diseño, a fin de transmitir una impresión visual óptima de las formas, los colores y los materiales, tanto “en directo” como en los medios de comunicación mediante fotos o videos.
Andreas Seiler fue el arquitecto y diseñador de iluminación que se ocupó de la planificación de la iluminación y de otros elementos técnicos por encargo de la oficina de diseño berlinesa Blue Scope.
El deseo de viajar con toda la arquitectura de la exposición a otras ciudades supuso un desafío. Al igual que hace la Art Basel con sus inversores internacionales, la Grand Basel realizará una parada futura en Miami, Hong Kong, y en otros lugares. Desde el punto de vista técnico, esto significa que la estructura no solo debe de ser desplazable y poder montarse o desmontarse con eficacia, sino que también debe ser adecuada para las diferentes redes eléctricas, y cumplir con las directrices y requisitos de seguridad de cada país que la acoja.
Para evitar la mezcla de luces en las salas de exposiciones iluminadas de forma natural, los diseñadores definieron una luz parecida a la luz natural con una temperatura cromática de 5.700 grados kelvin pero, a la vez, con una muy buena reproducción cromática de igual o superior a noventa (CRI ≥ 90). Otras especificaciones definen la regulabilidad en la carcasa, así como la flexibilidad relativa al ángulo de irradiación.
Para implementar esta solución de iluminación a medida, contactaron con distribuidores potenciales, entre ellos, también Erco. En el servicio “Erco individual” se resumen las posibilidades de desarrollar luminarias especiales complejas y productos de serie personalizados. El rendimiento fue convincente: en poco tiempo, el asesor de iluminación asignado presentó un prototipo basado en la serie de proyectores Parscan, los cuales ya satisfacían los requisitos.
Más adelante, los proyectores personalizados acabaron convenciendo al cliente en las comparaciones directas que se realizaron durante las extensas demostraciones llevadas a cabo en Basilea. Y no solo convencieron por el cumplimiento preciso de todas las especificaciones técnicas, sino también por el diseño del producto y su impresión visual. E incluso, pasados unos días de la feria, Mark Backé seguía estando entusiasmado. «Es asombroso», manifestaba el director de la Grand Basel, «lo bien que funciona el concepto de trabajar con los proyectores de los marcos como única luz en todo el pabellón.»