De incertidumbre.
Términos nuevos, casi ominosos.
Virus.
Pandemia.
Cuarentena.
Vida y muerte coquetean a diario.
Danzan rodeándonos, en medio de negocios familiares que luchan por sobrevivir.
Y en medio de tanto miedo y tensión, irrumpen otras tensiones.
Otros contagios.
Ceguera.
Dejamos de ver.
Se pierde el eje.
Se grita donde antes se hablaba.
Se abandonan conversaciones cuando antes las mantenían.
Acusan de hechos que eran insignificantes, buscando culpables de algo.
Crean bandos de buenos y malos, se salvan pocos.
De pronto la ceguera inunda el espacio familiar.
Se contagia la ceguera.
Y todos en manada siguen a un líder que perdió algún estribo.
Porque quedó ciego. Quedaron ciegos.
Estamos ciegos cuando producto de tiempos de angustia olvidamos la trayectoria, el camino por el cual llegamos y fuimos exitosos.
Estamos ciegos cuando dejamos de comprender a quienes nos acompañan, y gracias a los cuales tenemos el camino logrado.
Estamos ciegos cuando gritamos al conjunto familiar por errores que antes podían pasar de largo y ahora adquieren una intensidad excesiva.
Estamos ciegos cuando dejamos de ver (valga la redundancia) los afectos cercanos y entablamos guerras que pueden no tener retorno.
Estamos ciegos cuando perdemos de vista (valga la nueva redundancia) que aun en la situación de gran incertidumbre y pérdida de perspectivas, hay futuro.
Estamos ciegos si miramos solo la foto del día, sin prestar atención a la radiografía que informa sobre los datos más allá de la sensación del momento, olvidando la película completa.
Estamos ciegos cuando creemos que una catástrofe destruyó todo lo que tenemos, poseemos, y miramos con ojos cerrados y nublados de pánico como si un terremoto llevara puesto todo lo conocido y construido.
Es tiempo de abrir los ojos.
Volver a mirar. Con otra mirada, otra perspectiva.
Mirar recuperando lo que tenemos. Los afectos, los lazos, lo construido.
Abrir los ojos y empezar a ver, pero de otra manera. Porque todo cambió.
Antes que sea tarde.
Y no por culpa de la pandemia.
Si no por quedar ciegos.